Kafka

“You’ll be rid of a burden not your own in first place,
Se deshará de una carga que nunca fue suya.”

Masticaba la galleta mientras sacaba el pedazo de papel con el cacho de fortuna que me tocaba, ¿qué era mejor? ¿reír o llorar?, que me persiguiese con su sarcasmo hasta la hora de la comida no era mas que una broma de esas que contienen ese estilo de humor inglés que definitivamente no se puede pasar por alto. Escucho un crash a lo lejos, pero no doy importancia, solo un "Kafka", que salio de mi boca.

Deberían elegir mejor a los traductores de la fortuna, puede resultar fatal el significado de la predicción, pensaba, delante a mis ojos leía una y otra vez la recién lista de pendientes. Lo importante de ellos no es la cantidad que se sume, sino la dificultad con la que desaparecen. Rayoneo los primeros, que son los inevitables, luego los de en medio, que son lo que se volverán inevitables dentro de poco y lo últimos, que no sé si se resolverán del todo… (que más da, pero pues hay que llenar los espacios y meter rayones, mientras espero). “¿Algo más señorita?”, el gerente me pregunta, “la cuenta por favor”, respondo sonriendo. Tengo todavía el papel del crujiente postre en mis manos, y recordé aquella historia escrita por ese hombre, cuyo personaje busca en eterna espera entrar al castillo… condenado estar afuera siempre.

Si le tuviese aquí frente a mí, con todo gusto le ofrecería un café, leche entera o la bebida de su preferencia. Me pregunto si en su desazón encontraría humor si le platico de mi, ahora que uso su nombre con tal libertad que armoniza con este tren de ideas sin sentido, si pudiera verme a mi y yo a el, no podría definir de quién estaría más desconcertado si él o yo, o quien creería más absurdo todo eso, despues de llamarlo por su nombre y más que eso, en el fondo, habría una crisis generacional de golpe, habría que esperar a ver… ¡ah! si esperar, como el mesero de este bendito lugar, como tarda, siempre estamos condenados a esperar… no lo soporto y vuelvo a recordar su nombre, ¿porqué tenía que escribir tal condena en un ser humano?, si en sí mismo, hacer conciente tal peso en su ser, generalizándolo en la humanidad por completo… ¿qué derecho tenía?

“Oye disculpa no traerás un encendedor”, la chica de la mesa continua me arrebató de mi muy profundo cuestionamiento, “Hum, no, no fumo, disculpa”. “A gracias”. Llega por fin la cuenta, y no sólo el hecho de seguir en el tema, o cargar con el karma, en cuanto veo que según el que me atendió consumí 2 micheladas, 1 shushi exótico, 1 afrodisiaco y 2 postres tentaciones, etc. Parece me perdí de un menú más interesante… ni que hacerle. “Oye disculpa, me trajeron una cuenta que no es mía”, dándole ese perqueño portafolio negro que viste de elegancia y discreción al papelito muestra lo consumido a una camarera que se acercaba, "si, ahorita te la traigo", viendo su contenido.

Esperar otro poco, aquí con el papelito en mis manos, lo guardo en la cartera, como el chiste que te hace reir y lo guardas en la memoria, para contarlo a alguien cuando venga la ocasión, pero este es diferente, pues me pertenece. El hombre moderno goza de la profunda comodidad, para buscar su fortuna si ya lista en las paginas de Internet, horóscopos de revistas, cartas astrales, en galletas, en cualquier cosa... cuando me digan el exito de mi día por la cantidad de verde en los semáforos que tuve, me sentiré aliviada... ¿para qué preocuparse?, si alguien más ya se tomó la molestia de predecir su destino, el hombre va, vuelve y regresa a lo mismo; si llegara a cambiar en el momento, es porque ya se ha vuelto viejo y solo le espera la muerte para recibirlo...

Llego ahora la cuenta correcta, calcular la propina, el muchas gracias, me retiro. Ya viene la función de las 6, y así, ¡sopas!, cocho con uno de los camareros, caigo al piso y veo a lejos, a una chica, sentada al fondo escribiendo en una servilleta, con la mitad de la galleta en la boca y la otra en las manos, mirando fijamente al papelito, pronunciando el nombre de aquel hombre con tremendo sarcasmo.