
No muestro nada, heme aquí en este cuarto oscuro. Aquí dónde no hay tiempo, ni distancia, ni otro sentido de medida. Estoy rodeada por fuertes muros de hierro, heme desnuda, el sonido de mis palabras se pierden tan pronto salen de mi boca... Estoy a salvo. De repente se escapa un chirrido de entre las paredes, pero estas son los suficiente sólidas para acallarlo enseguida.
Cada que hay uno, mi piel por un momento reacciona, se eriza, mi corazón por un segundo comienza a acelerarse, siento un leve calor en las mejillas, pero luego se calma, desconozco la razón de mi reacción ante ellos, en mi mente no hay reflejo, si intento profundizar sólo encuentro vacío, pues no hay nada, tan pronto intento buscar en ella las ideas se escapan en un olvido fortuito y sutil, los recuerdos son meros fantasmas, no logro hacer nada claro. Este lugar es enorme, me siento ínfima en el, nadie puede tocarme. Volteo la mirada en la oscuridad y me da la impresión que este lugar estaba lleno de algo, solo que no recuerdo… "¿Qué pudo ser?" me repito, las paredes de acero despiden un chirrido… mi piel vuelve a reaccionar.
Es en vano, no logro sacar nada, mi boca intenta musitar un nombre que cuyas letras no forman estructura, pues no sabe cual era, en mis ojos hay humedad, que no es suficiente para derramar una lagrima sobre mi mejilla, solo lubrican mis ojos, pues la imagen que ven frente a ellos, efímera, tan pronto aparece, perece, muere se desvanece, en un parpadeo, no hay nada claro, estoy a oscuras, pero la carencia de luz no me incomoda, me siento a salvo, soy uno con esta carencia de luz donde no hay frío, ni calor, no hay dolor, ni felicidad, sólo calma en este inmenso cuarto oscuro.
Algo aquí vivía, o más bien existía, pero se ha ido, abandonó y dejó todo este espacio, tan interminable me parece… Ahora yo me resguardo aquí. "¿Qué era?" me pregunto, algo enorme y suficientemente fuerte para ser contenido en estas paredes de hierro, pesadas y sólidas, fuerte e impenetrables, "¿Qué sería?" repito. No logro concentrarme, no logro traerlo a mi memoria, escucho otro chirrido en las paredes de hierro… la reacción en mi piel, un espasmo en el corazón y se desvanece…
No sé cuánto he permanecido aquí, escuchando mi respiración, mi palpitar que por breves fracciones de segundo se detiene y luego sigue su curso como si se tomara pequeños descansos, pobre, quizá le he de dar mucho trabajo y por eso los necesita. Escuchar ese resonar dentro de mí, me llena de calma, ¡ah que maravilla!, hermoso y de mi voz salen las notas que se acoplan a ese batir, lento, suave, tenue, rítmico, melodioso, en esa canción infinita que recito, comienzo a mecerme, como si mi cuerpo festejara algo.
De pronto, como si de la nada mis ojos cerrados perciben el cambio de color de los parpados de negro a un rojo-anaranjado muy ligero, índice de luz, los abrí casi de inmediato. El cuarto enorme estaba lleno de luz, resplandeciente, me cegaba, podía ver mi cuerpo desnudo iluminado como nunca, de tal manera que parecía irreal, mi piel rebotaba tenuemente la luz que solo me parecía algo demasiado seductor, erótico e increíble como para no apreciarlo.
Si el cuarto era… gigantísimo, pero casi ni podía ver las paredes de la iluminación tan… resplandeciente. Sólo había luz, proveniente de todos lados, toque mis brazos, mi cabeza, mi piernas, mi vientre, mi pecho, los codos, el cuello, la cara y el cabello, ahora ya tan largo, de podía sentirlo descansar a mitad de mi espalda. Por instinto, empecé a girar mis pies, con súbita alegría, dando vueltas, rápido, rápido, rápido, tan veloz como los pies me permitían, cerré los ojos y me deje llevar por la sensación… de tanto girar podía sentir perfectamente como el efecto de mareo empezaba a en mi cabeza, difundiendose por todo mi cerebro hasta el resto de mi cuerpo… ¡ah! que delicia sentir lo que podría ser aire rozando mi piel, la ligereza de mi cabeza y de mi cuerpo, me costaba creer que todas las partes estaban pertenecían a una unidad.
Giré y giré, de pronto sin darme cuenta choqué con algunas de las paredes, el impacto fue tal que el dolor del golpe fue instantáneo en uno de mis hombros, muy fuerte, alcé mi mano para calmar el daño, con la otra me apoye en la pared para no perder equilibrio y entonces ahí sentí un escalofrió recorrerme desde la cabeza hasta los talones, por un momento pude tener noción de lo que había estado en este lugar, algo inmenso, incontenible, fuerte, ciego, loco, pasional, desmedido, inocente, viceral, carnal, inasible, puro, hermoso y terrible, pegué todo el cuerpo al muro de hierro tratando de aferrame a la imagen e inmedietamente de estos empezaron a salir rechinidos, mi piel reaccionando con cada uno de ellos, intentando concentrarme en la razón del rechinar, de lo que había causado esa fuerza que había estado en este lugar, un individuo, una persona, de género contrario el mío estaba a punto de formarse completamente como cuando haces nítida una imagen por la computadora, mis labios se movieron susurrando casi “Ma…”, un chirrido más fuerte, estridente y ensordecedor, termina en seco, todo se pierde y queda silencio… es inútil, no pude acabarla, olvido el sentido de la idea, se borra la imagen, se desvanece el olor, los colores, la sensación, el sentimiento, de nuevo nada, todo inerte, se hacen borrosas hasta que se difuminan como humo, mis labios se quedan entre abiertos, confusos, al no lograr terminar la palabra, mis ojos llorosos con sólo un par de lágrimas en la mejilla… separo la cara de la pared y volteo de nuevo al inmenso cuarto. Todo está oscuro… Estoy a salvo.
Cada que hay uno, mi piel por un momento reacciona, se eriza, mi corazón por un segundo comienza a acelerarse, siento un leve calor en las mejillas, pero luego se calma, desconozco la razón de mi reacción ante ellos, en mi mente no hay reflejo, si intento profundizar sólo encuentro vacío, pues no hay nada, tan pronto intento buscar en ella las ideas se escapan en un olvido fortuito y sutil, los recuerdos son meros fantasmas, no logro hacer nada claro. Este lugar es enorme, me siento ínfima en el, nadie puede tocarme. Volteo la mirada en la oscuridad y me da la impresión que este lugar estaba lleno de algo, solo que no recuerdo… "¿Qué pudo ser?" me repito, las paredes de acero despiden un chirrido… mi piel vuelve a reaccionar.
Es en vano, no logro sacar nada, mi boca intenta musitar un nombre que cuyas letras no forman estructura, pues no sabe cual era, en mis ojos hay humedad, que no es suficiente para derramar una lagrima sobre mi mejilla, solo lubrican mis ojos, pues la imagen que ven frente a ellos, efímera, tan pronto aparece, perece, muere se desvanece, en un parpadeo, no hay nada claro, estoy a oscuras, pero la carencia de luz no me incomoda, me siento a salvo, soy uno con esta carencia de luz donde no hay frío, ni calor, no hay dolor, ni felicidad, sólo calma en este inmenso cuarto oscuro.
Algo aquí vivía, o más bien existía, pero se ha ido, abandonó y dejó todo este espacio, tan interminable me parece… Ahora yo me resguardo aquí. "¿Qué era?" me pregunto, algo enorme y suficientemente fuerte para ser contenido en estas paredes de hierro, pesadas y sólidas, fuerte e impenetrables, "¿Qué sería?" repito. No logro concentrarme, no logro traerlo a mi memoria, escucho otro chirrido en las paredes de hierro… la reacción en mi piel, un espasmo en el corazón y se desvanece…
No sé cuánto he permanecido aquí, escuchando mi respiración, mi palpitar que por breves fracciones de segundo se detiene y luego sigue su curso como si se tomara pequeños descansos, pobre, quizá le he de dar mucho trabajo y por eso los necesita. Escuchar ese resonar dentro de mí, me llena de calma, ¡ah que maravilla!, hermoso y de mi voz salen las notas que se acoplan a ese batir, lento, suave, tenue, rítmico, melodioso, en esa canción infinita que recito, comienzo a mecerme, como si mi cuerpo festejara algo.
De pronto, como si de la nada mis ojos cerrados perciben el cambio de color de los parpados de negro a un rojo-anaranjado muy ligero, índice de luz, los abrí casi de inmediato. El cuarto enorme estaba lleno de luz, resplandeciente, me cegaba, podía ver mi cuerpo desnudo iluminado como nunca, de tal manera que parecía irreal, mi piel rebotaba tenuemente la luz que solo me parecía algo demasiado seductor, erótico e increíble como para no apreciarlo.
Si el cuarto era… gigantísimo, pero casi ni podía ver las paredes de la iluminación tan… resplandeciente. Sólo había luz, proveniente de todos lados, toque mis brazos, mi cabeza, mi piernas, mi vientre, mi pecho, los codos, el cuello, la cara y el cabello, ahora ya tan largo, de podía sentirlo descansar a mitad de mi espalda. Por instinto, empecé a girar mis pies, con súbita alegría, dando vueltas, rápido, rápido, rápido, tan veloz como los pies me permitían, cerré los ojos y me deje llevar por la sensación… de tanto girar podía sentir perfectamente como el efecto de mareo empezaba a en mi cabeza, difundiendose por todo mi cerebro hasta el resto de mi cuerpo… ¡ah! que delicia sentir lo que podría ser aire rozando mi piel, la ligereza de mi cabeza y de mi cuerpo, me costaba creer que todas las partes estaban pertenecían a una unidad.
Giré y giré, de pronto sin darme cuenta choqué con algunas de las paredes, el impacto fue tal que el dolor del golpe fue instantáneo en uno de mis hombros, muy fuerte, alcé mi mano para calmar el daño, con la otra me apoye en la pared para no perder equilibrio y entonces ahí sentí un escalofrió recorrerme desde la cabeza hasta los talones, por un momento pude tener noción de lo que había estado en este lugar, algo inmenso, incontenible, fuerte, ciego, loco, pasional, desmedido, inocente, viceral, carnal, inasible, puro, hermoso y terrible, pegué todo el cuerpo al muro de hierro tratando de aferrame a la imagen e inmedietamente de estos empezaron a salir rechinidos, mi piel reaccionando con cada uno de ellos, intentando concentrarme en la razón del rechinar, de lo que había causado esa fuerza que había estado en este lugar, un individuo, una persona, de género contrario el mío estaba a punto de formarse completamente como cuando haces nítida una imagen por la computadora, mis labios se movieron susurrando casi “Ma…”, un chirrido más fuerte, estridente y ensordecedor, termina en seco, todo se pierde y queda silencio… es inútil, no pude acabarla, olvido el sentido de la idea, se borra la imagen, se desvanece el olor, los colores, la sensación, el sentimiento, de nuevo nada, todo inerte, se hacen borrosas hasta que se difuminan como humo, mis labios se quedan entre abiertos, confusos, al no lograr terminar la palabra, mis ojos llorosos con sólo un par de lágrimas en la mejilla… separo la cara de la pared y volteo de nuevo al inmenso cuarto. Todo está oscuro… Estoy a salvo.
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